Sociológicamente, el acto de casarse está explicado por la siguiente teoría:

El individuo humano posee una sexualidad, o potencial sexual que lo hace aislarse de la colectividad, buscando egocéntricamente proteger a la hembra de las pretensiones igualmente egocéntricas de otros machos. Es por eso que cuando un joven moderno se enamora busca mucho más lá soledad que la compañía, se vuelve retraído y antisocial. ("Qué pasa con ese muchacho que hace días que no se lo ve?").

Sin embargo, el ser humano es una especie gregaria, un ser social. El matrimonio cumple el papel de neutralizar el efecto antisocial de la sexualidad individual. Con ese fin dicta normas que permiten que el individuo siga siendo solidario y manteniendo el ejercicio de su sexualidad.

La institución del matrimonio es, por lo tanto, de una importancia mucho mayor de lo que la gente está acostumbrada a pensar. El matrimonio es el primer gran paso de una persona hacia la integración de su individualidad con la solidaridad colectiva.

Siendo la sociedad el resultado de la interacción del interés individual con el interés colectivo, sin matrimonio no hay sociedad.

Es, por lo tanto, muy importante reconocer cuales son los factores que favorecen la continuidad del matrimonio.

Para ese efecto, queremos señalar la importancia de la alimentación armoniosa como factor indispensable para preservar la atracción en el matrimonio.

Una pareja que se alimenta desequilibradamente promueve su propio desequilibrio individual. Si la mujer come un sandwich allí y el marido una torta allá, van a terminar separándose, pues su unión carece de la base fisiológica de ta unión: la sangre cons-titu ida por los alimentos similares.

Por ese motivo, una de las premisas fundamentales para solucionar la crisis del amor es el compromiso y el hábito del marido de comer en casa, de la comida que su esposa le prepare.

Hoy en día, cada vez más mujeres preferirían no cocinar. Preferirían tener una cocinera. Eso tampoco es adecuado aunque esa cocinera le prepare a la pareja el más sano de los alimentos. La esposa es la responsable por ella misma, por el marido y por los hijos, y esa responsabilidad es intransferible, especialmente si se trata de transferir a una persona que trabaja porque le pagan un sueldo.

Lo ideal sería que la alimentación del hombre y de la mujer fueran básicamente de calidad vegetal, teniendo como plato principal, granos integrales de cereal, preferiblemente arroz integral. Interesante será que esos platos sean algo distintos para el hombre y para la mujer. El hombre podrá comer, por ejemplo, una mayor proporción de platos secundarios (45 % por ejemplo) y la mujer una menor proporción de platos secundarios (25 °/o por ejemplo) siempre manteniendo el arroz como plato principal. Cuando la mujer usa proporciones mayores de alimento neutro (principal) ella adquiere una nobleza femenina muy profunda. El hombre puede usar un plato secundario más yang (pickles o pescado por ejemplo) y la mujer un plato secundario más yin (verduras con poco cocimiento, por ejemplo).

Claro que no se pueden determinar fórmulas o padrones muy estrictos en relacón a eso, pero debe haber consciencia de la necesidad de polarización antagónico-com-plementaria en la dieta de la pareja.

Otro factor que promueve la continuidad del matrimonio es la presencia de hijos. Es bien sabido que un matrimonio que después de varios años todavía no tiene hijos

tiende a-separarse por falta de'continuidad. Los hijos son el eslabón que une marido y mujer.

Eso no significa que el mero hecho de tener hijos sea "perse" un factor de unión. La mayoría de las parejas, hoy en día, entregan fácilmente sus hijos a una sociedad que termina por transformar esos niños en piezas de una gran maquinaria destructiva y autodestructiva. Éso representa una falta de continuidad en la educación de los niños. Muchas parejas conscientes de la necesidad de neutralizar la tendencia auto-destructiva de la sociedad moderna no hacen los preparativos necesarios para proporcionar a sus hijos una educación según lo que ellos creen que es correcto y como consecuencia son obligados a ver a sus hijos optar por sistemas de vida que los mismos padres habrían querido combatir. Tener hijos es dar continuidad al matrimonio, pero eso no quiere decir que podemos descartar nuestra obligación, como padres, de proporcionar un sistema educacional coherente con nuestros ideales.

Obviamente, la educación de los niños no se refiere solamente a la educación formal que se puede obtener en una sala de escuela. La educación global abarca a la educación informal, proporcionada por un-ambiente colectivo regional de producción. La continuidad de la pareja depende mucho del establecimiento o participación de esa pareja en la realización de un proyecto regional de educación y producción.

Además de la relación con otras familias para constituir el desarrollo regional, tenemos que considerar la relación entre la pareja y los familiares del marido y la mujer. Damos la debida importancia a este asunto pues en la actualidad se verifica una situación bastante precaria en la relación conyugal, debido a la falta de consciencia sobre este asunto. El problema es que al formarse una pareja moderna, no se da importancia a la necesidad de independización de las respectivas ex-familias del marido y la esposa. En los peores casos, la esposa siempre visita la casa de sus padres y muchísimas veces termina por quedarse allá, prefiriendo el cariño de los padres a los problemas creados por el marido y los hijos. En los matrimonios tradicionales del Oriente, la mujer, al desposar al marido, se decidera no pisar nunca más la casa paterna. Hoy en día esto nos parecería demasiado rígido o innecesario. Pero hay que reconocer que en esos tiempos, cuando las personas asumían la responsabilidad por su propia supervivencia, sin depender excesivamente de la colectividad, era necesario tener cierta capacidad de supervivencia independiente. Esa mujer, que sería rechazada por sus padres si acaso quisiera retornar a la casa paterna, hacía esfuerzos multiplicados para mantener en orden a su marido, a sus hijos y a su hogar. De ello dependía su vida. No tendría donde refugiarse en el caso de que su tentativa de constituir una familia fracasara. En los días de hoy tal cosa parece no ser necesaria y por ese motivo, la institución del matrimonio está fracasando. Y está fracasando porque ias personas piensan que puede fracasar. Si las parejas modernas supieran que la institución conyugal y familiar no puede fracasar, entonces las familias del mundo actual estarían mucho más firmes de lo que están ahora. Por eso, en nuestra familia decidimos adoptar el sistema tradicional en el que es una vergüenza para la mujer tener que pensar en volver a la casa de los padres.

Obviamente este criterio de independización no vale sólo para la mujer sino que el marido también tiene que acompañar, con su propia independización de los padres, especialmente durante los primeros tres años de casamiento. Podemos recomendar como muy eficiente la promesa de no tener contacto con los padres durante los tres primeros años de matrimonio. Es claro que lo ideal es que los padres entiendan el espíritu de esa iniciativa autoeducacional y compartan esta situación. Conocimos una pareja cuyo marido,

durante ios primeros años de casamiento recibía mensualmente dinero de su padre y además, vivía gratis, en una casa que el padre tenía desocupada. Esa familia no tuvo la potencia de permanecer unida y se separó después de diez años de lucha y confusión inútiles.

Otro factor que no se puede dejar de lado cuando se habla de continuidad y resistencia familiar es la dificultad o la amenaza. Sin dificultades una familia no tiene motivos para permanecer unida y fortalecerse. Es impresionante como las dificultades de todo y cualquier tipo fortalecen la voluntad de quedar juntos en una pareja.

En la actualidad, el pensamiento general es completamente diferente y la enorme mayoría de las personas está soñando, justamente, con escapar de las dificultades y llevar una vida de facilidad. Esa mentalidad sólo genera problemas imposibles de solucionar en una vivencia sin sentido ni evolución. Una pareja que no está dispuesta e enfrentar las mayores amenazas y problemas no tiene muchas perspectivas de evolución como familia. Por ejemplo, el hijo de una pareja que recibe las más terribles amenazas con los brazos abiertos es una persona fuerte e ingeniosa, de firme carácter, que probablemente será una persona útil a la sociedad.

1 comentarios:

Unknown dijo...

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